El pH es uno de los parámetros más importantes del agua de la piscina. Mantenerlo en óptimas condiciones te permitirá disfrutar de una agua cristalina con un menor mantenimiento y además alargarás la vida de la piscina. El pH es la medida del grado de acidez y alcalinidad del agua. En una piscina, este valor puede oscilar entre 7,2 y 7,6, pero debemos actuar si vemos que se sale de este rango.
Cuando el pH disminuye por debajo de 7,2, el agua se vuelve ácida, provocando varios problemas tanto para la gente como para los materiales de la piscina. Por un lado, puede provocar irritación en la piel, los ojos o las mucosas de los bañistas, mientras que, por otro lado, acelerará el desgaste de los materiales que forman la piscina, y nos podemos encontrar con problemas de corrosión en las escaleras, válvulas, bombas o en el propio filtro.
En cambio, cuando el pH aumenta por encima de 7,6, el agua se vuelve demasiado alcalina. En este caso, también nos encontramos con que se irrita y reseca la piel de los bañistas, y además, se fomenta la aparición de restos de calcio en la superficie de la piscina. El aspecto del agua también cambia, tomando una apariencia más nublada u opaca, y el efecto del cloro disminuye. Eso hará que la capacidad de desinfección disminuya, aumentando así la presencia y crecimiento de algas en el agua.
El pH es un parámetro básico para el mantenimiento de la piscina, y es muy recomendable que hagas un control periódico, para asegurarte de que el agua y su nivel de pH están dentro del rango óptimo. Te aconsejamos hacer como mínimo una lectura semanal de su nivel, actuando rápidamente cuando su valor sobrepase los límites de tolerancia.
El pH es un parámetro básico para el mantenimiento del agua de la piscina. Si quieres tener el agua cristalina y en buen estado, debemos asegurarte de tener en todo momento el pH entre su rango de valores óptimo. Estos valores deben estar comprendidos entre 7,2 y 7,6, y hay que revisarlos periódicamente para comprobar que se mantienen en ese rango.
Hay muchos motivos por los que el pH de nuestra piscina puede subir o bajar, aunque en la mayoría de los casos, el pH de las piscinas tiende a subir:
1. Uno de los motivos más habituales por los que el pH de la piscina cambia está relacionado con el volumen total de agua. El sol y el viento tienden a favorecer la evaporación de agua, cosa que hace que el pH vaya aumentando a medida que el agua disminuye. Además, los rayos ultravioletas del sol aceleran la disolución del cloro, cosa que también provoca un aumento del pH.
2. Por otro lado, los bañistas también provocan un desajuste en los niveles de pH. Las lociones, las cremas solares, el sudor, los restos de pelo y piel muerta que entran en contacto con el agua de la piscina, afectan de algún modo el cloro y la acidez del agua. En general, la presencia de bañistas hace que el pH suba.
3. Finalmente, el modo en el que se añade el cloro también puede afectar. Se puede añadir de tres formas: líquido, granulado o en tabletas. Si utilizas la forma de cloro líquida, estás añadiendo hipoclorito sódico, una sustancia muy alcalina que sube considerablemente el pH del agua. El cloro en tabletas, en cambio, incluye ácido tricloroisocianúrico, que tenderá a acidificar el agua, reduciendo así el pH. Finalmente, el cloro granulado tiene un pH prácticamente neutro, de 6,7, por lo que nos variará los niveles.
Es muy importante mantener el valor de pH entre los niveles correctos, ya que esto repercute directamente sobre el confort y la salud de los bañistas. El pH debería estar en todo momento entre 7,2 y 7,6, de modo que tienes que comprobar su valor con regularidad. Cuando el pH baja de 7,2, la acidez del agua puede irritar los ojos y la piel, mientras que cuando supera los 7,6, el cloro pierde efectividad y así toda su acción desinfectante.
Para medir el valor de pH del agua en la piscina necesitas un medidor de pH. Hay varios tipos de medidores en el mercado, aunque los más usados suelen ser los electrónicos, ya que son más fáciles y cómodos de usar. Sin embargo, los analizadores manuales son igualmente efectivos, y tan solo requieren tomar una muestra del agua y añadirle una pastilla. El cambio de color que se produce en el agua nos indica el nivel de pH.
Es aconsejable medir los valores cada pocos días para asegurarnos que los niveles son estables, especialmente después de una tormenta, debido a que la lluvia tiende a aumentar el pH. Es igualmente importante comprobar los niveles cuando ha habido muchos bañistas en la piscina, ya que eso también puede alterar los valores normales.
Cuando detectemos que el pH está bajo, deberemos usar un incrementador para recuperar el nivel. Del mismo modo, cuando los niveles suban demasiado, un reductor de pH nos corregirá su valor. En caso de tener que corregir el valor de pH, debemos añadir el producto corrector de forma gradual y esperar unas horas antes de volver a medir su valor, siempre con el filtro funcionando. Hay que seguir siempre las instrucciones del fabricante y añadir la cantidad correspondiente en función del volumen de agua de nuestra piscina.
Si estamos atentos a los niveles de pH, conseguiremos mantener un agua en perfectas condiciones, optimizando la eficiencia del resto de productos (floculante, algicida y cloro).
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