Para 2050, se prevé que la población mundial será de aproximadamente 9.000 millones de habitantes, el 20 por ciento en riesgo debido a inundaciones. Ese crecimiento demográfico, sumado al desarrollo económico y a los cambios en los patrones de consumo está generando un incremento en la demanda global de agua a un ritmo del 1 por ciento cada año.
Actualmente, según las Naciones Unidas, 1.800 millones de personas usan una fuente de agua contaminada por material fecal, lo que las pone en riesgo de contraer cólera, disentería, tifus o polio. El agua no potable y unas pobres infraestructuras sanitarias, así como la falta de higiene, están causando alrededor de 842.000 muertes al año.
Desde la década de los 90, calcula la ONU, la contaminación del agua ha empeorado en casi todos los ríos de América Latina, África y Asia. Cerca del 80 por ciento del total de las aguas residuales industriales y municipales se liberan en el medio ambiente sin ningún tipo de tratamiento previo.
Dados los retos relacionados con el recurso hídrico, cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, este año la idea es explorar cómo la naturaleza puede ayudarnos a superar los desafíos que plantea el agua en el siglo XXI. Plantar bosques, reconectar los ríos con las llanuras aluviales y restaurar los humedales podrían ser algunas de las soluciones naturales para devolverle el equilibrio al ciclo del agua, además de mejorar la salud pública y los medios de vida.
Por ejemplo, un estudio reciente sobre sistemas de monocultivos altamente simplificados e intensivos demostró que la diversificación del paisaje no solo proporciona una gestión mejorada del agua, los nutrientes, la biodiversidad y el suelo, sino que al mismo tiempo aumenta la producción de las cosechas.
De acuerdo con la FAO, la agricultura es quizá el sector económico que se ve más afectado por la creciente variabilidad de los recursos hídricos a nivel mundial, y sin duda el más vulnerable en términos socioeconómicos debido a la dependencia de las comunidades rurales en los países en desarrollo.
“Los bosques, los humedales y las praderas, así como los suelos y los cultivos, si se manejan adecuadamente, juegan un papel importante en la regulación de la calidad del agua al reducir la carga de sedimentos, capturar y retener contaminantes y reciclar los nutrientes. Allí donde el agua está contaminada, tanto los ecosistemas construidos como los naturales pueden ayudar a mejorar la calidad del agua”, asegura el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos.
Se estima que en la actualidad hay 3.600 millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que viven en áreas con riesgo de sufrir escasez de agua al menos un mes al año, y esta población podría llegar a alcanzar entre 4.800 y 5.700 millones en 2050.
De igual forma, si bien casi 800 millones de personas padecen hambre hoy en día, en 2050 la producción mundial de alimentos debería aumentarse un 50 por ciento para satisfacer la demanda. A ese ritmo en el aumento demográfico se necesitan nuevos mecanismos que no riñan con la naturaleza.
Las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), por su propia naturaleza precisamente, están estrechamente alineadas con el conocimiento tradicional y local, incluido el que tienen los pueblos indígenas y tribales. Se calcula que estos cuidan de alrededor del 22 por ciento de la superficie de la Tierra y protegen cerca del 80 por ciento de la biodiversidad restante en el planeta, mientras que representan apenas el 5 por ciento de la población mundial.
“Hay una falta de conciencia, comunicación y conocimiento a todos los niveles, desde las comunidades hasta los planificadores regionales y los responsables de las políticas nacionales, de lo que las SbN pueden ofrecer realmente. La situación puede verse agravada si no se entiende cómo integrar las infraestructuras verdes y grises a escala”, afirma el documento.
Y tú?, cuidas el Agua de nuestro planeta, recuerda que juntos podemos mantener nuestro planeta mas vivo que nunca